martes, 29 de junio de 2021

UN ALIADO NATURAL

Por la Dra. Amelia Aldana Mendoza (*) Algunos nutrientes naturales pueden funcionar como medicamentos para nuestro organismo, y esto es muy valorado si se tiene en cuenta que los virus y bacterias que nos enferman desarrollan resistencia a los fármacos, pero nuestro organismo siempre aprovecha lo que naturalmente le hace bien. La curcumina se usa desde la antigüedad como colorante en varias tradiciones culinarias, pero hoy la investigación científica nos revela sus propiedades antimicrobianas y antivirales. Hablemos de ellas. Tiene un amplio abanico de usos. La curcumina es el componente principal de la cúrcuma, ese polvillo de característico color dorado que se extrae de la Cúrcuma longa, una planta originaria de la India. Las propiedades farmacológicas de este compuesto fenólico llevan largo tiempo siendo estudiadas, y hoy se emplea –de formas muy distintas– frente a diferentes tipos de cáncer, artritis y otras enfermedades autoinmunes, arterioesclerosis, afecciones metabólicas y también –como veremos– infecciones por bacterias, hongos y virus. Es antibacteriana. Se publicó en revistas científicas internacionales que la curcumina –in vitro, y aún en concentraciones muy bajas– combate cepas de algunas de las más temidas bacterias, entre ellas estreptococos, Escherichia coli y Staphylococcus aureus. También antimicótica. La Candida albicans es uno de los más frecuentes causantes de infecciones ginecológicas, y las mismas pruebas in vitro mostraron que la curcumina microencapsulada (un proceso farmacéutico que permite mejorar su solubilidad y estabilidad) también inhibe su proliferación. Con concentraciones muy bajas –menores a 125 µg/ml (microgramos por mililitro)– la curcumina posee efecto combinado antibacteriano y antimicótico. Forma sinergias. Los autores de estos estudios sugieren que combinarla con otros antibióticos brindaría una poderosa sinergia antimicrobiana. Combinada con anfoterocina B, por ejemplo, mostró una actividad sinérgica contra especies de cándida, variando según las preparaciones y concentraciones usadas, y según las cepas. También la combinación con vitaminas y minerales a través de suplementos dietarios puede potenciar la acción antimicrobiana de la curcumina. Ayuda a inhibir el SARS-CoV. En laboratorio se verificó que la curcumina puede inhibir la replicación del SARS-CoV, y que en células Vero E6 (un tipo muy común de tejidos cultivados para experimentación) inhibe el efecto citopatogénico causado por el virus. Se han tratado casos leves de COVID-19 con 2 a 4 gramos diarios de curcumina (combinada con vitamina C y zinc) por un periodo prolongado, más un antibiótico (azitromicina) durante 3 días. En el 99.9% de los casos tuvieron remisión. Hay actualmente suplementos dietarios –a base de extracto seco de Cúrcuma longa– que pueden asegurarnos la cantidad diaria de curcumina para lograr esos efectos beneficiosos, sin tener que preocuparnos por consumirla en las comidas diarias. La aminocomplejación es un proceso farmacéutico que asegura su biodisponibilidad, para el que el organismo pueda aprovechar al máximo los beneficios del componente activo. Los suplementos de curcumina enriquecidos con enzimas proteolíticas (extraídas de frutos como la piña y la papaya) ayudan a mejorar, además, el efecto antiinflamatorio. La curcumina es un aliado natural de nuestra salud, y tiene un enorme potencial que sin duda crecerá, al compás de la investigación científica que sigue mostrando sus beneficios. (*) Médica cirujana de la Universidad Autónoma de Sinaloa (México), máster internacional en nutrición y dietética (Valencia, España), diplomada en geriatría y cronobiología por la Universidad Nacional Autónoma de México. Más información, visitar: www.ysonut.com.ar