miércoles, 16 de noviembre de 2022
DEFINICION SOBRE LA EUTANASIA
Con respecto a la eutanasia, la Academia Nacional de Medicina declara que su posición es contraria
a su legitimación y aceptación de su implementación como práctica médica. Su uso como medio para
aliviar el dolor o el sufrimiento, objetivo perfectamente razonable en sí, no justifica moralmente el
empleo de técnicas médicas con el objetivo e intención directa de provocar la muerte de un paciente,
tanto en el caso de que sea el médico quien provoque la muerte (eutanasia) como en el caso de que
el médico se limite a proporcionar los conocimientos y los fármacos necesarios para que el paciente
pueda suicidarse (suicidio asistido). A la luz de la sociedad, al saber un enfermo que el médico podría
matarlo la relación entre las personas y la medicina se resentiría y la confianza necesaria para la
relación médico enfermo perdería su valor y podría transformarse en desconfianza.
El alivio eficiente y el acompañamiento compasivo son la respuesta médica aceptable y validada
cuando el sufrimiento interpela.
Sobre la base de la experiencia y el conocimiento científico actuales, afirmamos que uno de los fines
esenciales de la medicina es el alivio del dolor y el sufrimiento causados por enfermedades y traumas
en la salud. La evidencia demuestra la efectividad de los cuidados paliativos y recomienda su aplicación temprana en el curso de las enfermedades avanzadas y amenazantes para la vida (no sólo
aplicados en los momentos finales). En nuestro país, el alcance real y actual de su cobertura es
limitado e insuficientes, pese a la recientemente promulgada ley nacional de cuidados paliativos.
Por estas razones, la Academia Nacional de Medicina recomienda garantizar la provisión de los cuidados paliativos como parte esencial de la adecuación del esfuerzo terapéutico en condiciones de
enfermedad avanzada y amenazante de la vida, con el objetivo de implementar todas las estrategias
interdisciplinarias necesarias para el alivio del sufrimiento. Debe considerarse, además, la suspensión
(o no indicación) de aquellas intervenciones que pueden ser beneficiosas en etapas más tempranas
de la enfermedad pero que en la condición avanzada resulten fútiles, perjudiciales o desproporcionadas a los objetivos alcanzables. En el contexto del final de la vida, la opción terapéutica de la sedación
paliativa se justifica cuando los síntomas del paciente resultan refractarios a las intervenciones paliativas y aparece sufrimiento severo, resaltando que dicha sedación paliativa no acelera la muerte (la
cual ocurrirá prontamente por la condición de gravedad de la enfermedad subyacente) sino que mitiga
la percepción del sufrir.
Noviembre 16, 202